La Racha Real
Con el alma hecha añicos y el ánimo más bajo que escudero en plena batalla, me veo en la terrible, funesta e infausta obligación de comunicarle que, por razones mundanas y ajenas a mi humilde persona, la gloriosa racha que nos unía en tan noble empresa ha de llegar a su fin. No ha sido por deslealtad ni por vileza alguna, sino porque el destino, en su infinita crueldad, ha dispuesto que mi camino se aparte, aunque sea momentáneamente, del sendero del deber. Sé bien que esto es afrenta grave y deshonrosa, digna de ser castigada con el más severo de los exilios, mas os imploro, Majestad, que no toméis esto como una traición, sino como un revés del destino, cual conjuro mal lanzado que impacta en el mismo hechicero.
Espero, con el fervor de un trovador esperando su paga, que en algún punto del porvenir nuestros caminos vuelvan a cruzarse y que, con júbilo y regocijo, podamos restaurar la racha que hoy nos es arrebatada. Hasta entonces, me retiraré a mis aposentos, a llorar mi desgracia como doncella en novela trágica y a escribir versos melancólicos sobre tiempos mejores.
Atentamente, Víctor, el Bufón de esta gloriosa pero caótica corte digital.